domingo, 30 de noviembre de 2008

Vijay Mallya, un Abramovich 'a la india' para la F1

Vijay Mallya es el hombre que puede devolver a Pedro de la Rosa al primer plano de la F1 en 2009 si acaba por convertirle en piloto oficial de su escudería Force India. El pacto firmado con McLaren y el hecho de que el barcelonés ya probara el monoplaza en los últimos entrenamientos del año en Montmeló dan casi por hecho su vuelta a los circuitos. Pero, ¿quién es este extravagante indio que pasa por ser uno de los paradigmas del resurgir de la nueva India después de que ese país decidiera liberalizar su economía en los años 90?

Mallya es, como reza el lema de su cerveza, “el Rey de los Buenos Tiempos”. Kingfischer, la cerveza más famosa de la India, patrocinador principal de Force India y la marca más emblemática de su compañía de bebidas alcohólicas United Breweries (UB), que pasa por ser la segunda empresa del sector en el mundo, escenifica la historia de su vida. Con apenas 27 años, Vijay Mallya heredó de su padre, que cayó fulminado en una fiesta por un ataque al corazón, un holding valorado en 100 millones de dólares y que a día de hoy factura 2 billones. Tras tejer un conglomerado de 60 empresas distribuidas en seis líneas de negocio que van desde las bebidas alcohólicas y espiritosas a ingeniería y tecnología, pasando por la agricultura, el ocio, la ciencia y los medios de comunicación, el segundo hombre más rico de la India y el número 962 en la lista Forbes amasa ahora una fortuna personal que alcanza los 1.2 billones de dólares.

Tras adquirir el equipo Spyker de F1 por 140 millones de dólares en 2007, su irrupción en el paddock ha sido más que sonada. No sólo por su aspecto, siempre luciendo unas enormes gafas de sol y ataviado de prominentes brillantes en ambas orejas y un ‘no me olvides’ con sus iniciales en diamantes, además de anillos voluminosos en sus dedos, sino también por sus sonadas fiestas. Como la que celebró el pasado mayo coincidiendo con el GP de Mónaco en su yate Indian Empress de 130 metros de eslora, amarrado en el puerto de Montecarlo. Más de 300 invitados acudieron al acto, amenizado con un DJ venido de la India y regado con sus vinos del Valle del Loire. Entre los asistentes, estuvieron Flavio Briatore y Bernie Ecclestone, además de artistas y deportistas entre los que se encontraba la pareja formada por la actriz norteamericana Kate Hudson y el ciclista Lance Armstrong o el rapper americano Jay-Z.

Como sus colegas en la F1, Mallya es propietario de dos equipos de fútbol en su país (Ecclestone y Briatore comparten sin embargo sólo el Queen’s Park Ranger inglés) y otro de cricket, el Bangalore Royal Challengers de la Indian Premier League por cuya franquicia ha pagado este año 112 millones de dólares. Pese a tan importante inversión, el equipo se ha clasificado en último lugar, lo mismo que Force India, que en su primer año no ha sido capaz de sumar ningún punto en el Mundial de F1, asunto que en el caso del Gran Circo espera solucionar con la ayuda de McLaren y De la Rosa. Para el cricket ya ideó antes otra estrategia contratando a las famosas cheerleaders del Washington Redskins con la idea de animar a los jugadores, quienes sin embargo se negaron a desfilar con las chicas por ir en biquini. El magnate tuvo entonces que convencer al equipo junior para que lo hicieran en su lugar, sin los resultados esperados. Y es que según asegura, “tengo más mentalidad americana que india”.

Este excéntrico magnate nacido en Calcuta hace 52 años, pero criado en Bangalore, centro neurálgico de sus negocios, no para de dejar boquiabiertos a todo el mundo no sólo por su manera de amasar una fortuna ya de incalculable valor, sino también por sus actuaciones. Casado en primeras nupcias en 1986 con Samira, una ex azafata de vuelo de Air India con la que tuvo un hijo, Sidharta, declarado su heredero legítimo cumplidos ya los 18 años, Mallya volvió a casarse en 1993 con Rekha, la mujer de un amigo suyo recién divorciada también como él. De su última unión, tiene dos niñas, Leana y Tanya, ambas con nacionalidad norteamericana, ya que la familia tiene fijada su residencia en San Francisco.

Así, asegura, lo recomendó un embarazo difícil de su mujer, para la que compró una parcela de más de mil metros cuadrados en la que edificó una casa valorada en 1.2 millones de dólares en Sausalito y que pasa por ser la más prominente de todas.

Tanto que el ex alcalde de la ciudad Bill Ziegler y vecino puerta con puerta acabó demandándole por haber edificiado más metros de altura de lo permitido y dejado sin vistas a la bahía y el Golden Bridge. La demanda, sin embargo, la ganó Mallya y el barón del licor indio acabó comprándole la casa a Ziegler. Como dice la alcaldesa de Sausalito, Amy Bleser, “cuando tu llegas a una ciudad de este modo y tienes dinero y compras periódicos (Mallya es propietario del Marin Scope) y una casa tan enorme que ha tenido tantos contenciosos, empiezas a hacerte notar, pero no creo que tenga enemigos particulares por eso”, salvo Ziegler, claro está.

DERROCHE Y OPULENCIA

A su alrededor todo es derroche. Como él mismo asegura, “soy un extravagante... ¿y por qué no? Trabajo como un condenado y me gusta vestir bien, comer bien, viajar bien. ¿Qué hay de malo en eso? Gano dinero y lo gasto. Es mi dinero, de nadie más y estoy en paz con mi mismo”. Su colección de cuadros de Picasso, Renoir, Chagall y Turner con las que decora las paredes de su casa de Sausalito y el extenso mobiliario de anticuario comprado en Christie’s y Sotheby’s (tiene un piano Steinway de 1872 bañado en oro) dan fe de su opulencia. Es, además, uno de los grandes coleccionistas de autos clásicos con una escudería de 260 modelos adquiridos en diez países. Uno de sus preferidos es el Rolls Royce Silver Ghost de 1913 con el que se pasea por la calles de San Francisco.

En California, posee amarrados dos yates de medidas espectaculares y otros más en India, entre los que destaca el famoso Kalizma, el que le regalara Richard Burton a Elisabeth Taylor en 1967 y que posteriormente fue adquirido por Brad Pitt para consolar a su ex Jennifer Aniston por la pérdida del bebé que estaban esperando, con base ahora en el Mediterráneo.

Actualmente, se está construyendo un barco de 170 metros en Australia y bajo su nómina tiene a toda una flota de tripulantes y pilotos de vuelo a bordo de su Boeing 727 y de su jet Gulfstream, valorado en 1.2 millones de dólares, con los que cruza medio mundo haciendo negocios. De entre sus 26 casas repartidas por todo el planeta, destaca una de sus últimas adquisiciones en Goa donde justamente celebró su cincuenta cumpleaños con una fiesta que la prensa local narró que duró cinco días y que contó con la actuación del cantante Lionel Richie traído expresamente para la ocasión en su jet privado.

Como miembro del Parlamento indio en calidad de líder del partido Janata, hace campaña para echar a los corruptos del poder, algo de lo que se excluye porque “yo ya soy rico”. Su gran sueño es sacar de las apreturas de los trenes a sus paisanos y con ese argumento creó en 2005 su línea aérea Kingfisher Airlines, con nombre de su cerveza y la razón de su existencia en el bando de los billonarios para sortear una ley india que prohíbe la publicidad de bebidas alcohólicas.

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