domingo, 26 de abril de 2009

Que los grandes se miren en el espejo

La figura de Sebastian Vettel emerge entre los pilotos con una fuerza propia. Es un gran piloto y lo ha demostrado en numerosas ocasiones, cada vez que le han dado una buena oportunidad. Le conocí cuando estaba en las World Series y sus ingenieros, algunos muy amigos míos, me comentaban que daba la sensación de que no se lo tomaba en serio porque siempre se le veía despreocupado, como si la cosa no fuera con él. Sin embargo, ya entonces tenía una finura excelente y era rapidísimo. Disponía de algunas habilidades que sólo tienen los grandes: mucha agresividad, no tirar nunca la toalla y una sensibilidad especial en el contacto de su pie con el acelerador para girar el auto.

En muchos aspectos, Vettel tiene similitudes con Michael Schumacher, que está apoyando su carrera desde que Sebastian corría en karts. Michael era más introvertido y tenía un carácter más arisco con las personas que le rodeaban. Vettel es todo lo contrario, extravertido, amable con todo el mundo, espontáneo, simpático y divertido. La primera vez que vi a Schumacher correr con Jordan, les dije a Flavio Briatore y Tom Wilkinshow, entonces los jefes de Benetton, que debíamos ficharle de inmediato. Y cuando probó para nosotros, en Silverstone, rebajó en medio segundo el tiempo de referencia que teníamos de Nelson Piquet en la sexta vuelta. Lo más grande fue que, cuando le dije que no tenía que demostrar nada, respondió: “No, no... Sólo estoy conociendo el auto”.

Vettel es similar a él en muchos aspectos. Cuando le dieron un volante de F1, realizó el mejor tiempo en la primera sesión de entrenamientos del viernes en el GP de Italia de 2007 como tercer piloto de BMW. Y después cogió el volante de Kubica en el de EE UU, tras el accidente del polaco en Canadá, en 2007, y se convirtió en el más joven de la historia en sumar un punto (acabó octavo) con 19 años y 11 meses. La temporada pasada arrebató dos récords a Alonso, el de precocidad en una pole y en una victoria, en el GP de Italia, en el que ganó bajo un diluvio con un Toro Rosso. Y que el agua se le da bien volvió a confirmarlo en el GP de China, en su segundo triunfo, esta vez con Red Bull.

Para mí, tanto Vettel como Red Bull se merecen un 10 en esa carrera. Hicieron un trabajo excepcional, máxime teniendo en cuenta que el director técnico del equipo, Adrian Newey, se había quedado en casa para rediseñar una parte de su auto y poder colocar un nuevo difusor doble, que les dará más carga aerodinámica. La victoria es una lección para todos los grandes equipos, que no paran de quejarse y que harían bien mirándose en el espejo alguna vez. El mejor auto de los que no llevan el doble difusor es el Red Bull. Y ellos no se quejan. Renault, con Flavio despotricando de los Brawn, tiene delante a un Red Bull con su mismo motor. Les queda mucho trabajo para igualarles.

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