¡Mensaje recibido!
Hay que ir con mucho cuidado cuando hablas con alguien que está jugándose la vida a más de 300 kilómetros por hora. No puedes limitarte a decirle que empuje al máximo en un momento dado porque lo más normal es que te mande a freír espárragos y te pregunte si crees que se está paseando. Los mensajes son, en muchos casos, motivadores. En Singapur lo comprobamos con Button. El británico circulaba el cuarto, 10 segundos por detrás de Webber, y McLaren le animó diciéndole que el australiano rodaba con las gomas destrozadas y casi sin frenos cuando, realmente, el ritmo de giro de ambos era casi calcado. Las pizarras también facilitan esas mentirijillas. En ocasiones, le marcas al chico que le ha recortado una décima de más al que va delante para motivarle y que así crea que lo está haciendo muy bien y que su empeño tiene recompensa.
En carreras en las que la estrategia juega un papel tan determinante, las escuderías parcelan los objetivos antes de trasladar al corredor la información que necesita. En el garaje, con la telemetría, se tiene acceso a todos los datos del auto. Y eso es de gran ayuda. En un momento de la pasada carrera, Vettel, un piloto muy agresivo, le pidió a su ingeniero que le avisara cuando los frenos de su Red Bull comenzaran a sufrir demasiado. En otro lance, Red Bull le dijo a Webber que tenía que quitarse de encima a Barrichello si no quería que su objetivo, el podio, se alejara.
Precisamente, por toda esa cantidad de datos que manejan los equipos, me parece muy sorprendente el error que Red Bull cometió con Vettel. El alemán giraba a menos de dos segundos de Alonso y se iba pegando a él. A pesar de ello, le llamaron al taller en el mismo instante que Ferrari reclamó a Alonso (30ª vuelta). Si vas justo detrás del líder, lo normal y lógico es que aguantes una o dos vueltas más en la pista, con el aire limpio, y que trates de ganar esa posición en el garaje. Alonso lo hizo con Button hace dos semanas, en Monza, y la jugada le salió de perlas. Por eso no entiendo cómo Red Bull pretendía que Vettel superara a Alonso por las calles de Singapur. Más aún, si uno escucha las declaraciones de Vettel tras la carrera, en las que dejó claro que ni siquiera intentó meterle el auto al español porque la maniobra entrañaba un riesgo demasiado elevado.
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