A la una del mediodía, decenas de trabajadores se dirigen al comedor con una inmensa bolsa roja con un caballo negro dibujado que guarda el regalo navideño de la empresa. El día es lluvioso en este pequeño municipio cercano a Módena y una docena de descapotables sin estrenar descansan con ropa de abrigo. «Hoy no los podemos probar», dice uno de los empleados. Deportivos impecables de color azul, negro, plata y rojo intenso, rojo Ferrari. La fábrica de autos más famosa del mundo parece una pequeña ciudad. Es un recinto de 55.000 metros cuadrados, con calles dedicadas a sus pilotos y edificios añejos alternados con construcciones futuristas, como el inmenso túnel de viento blanco donde se afilan los monoplazas de competición.
La escudería reina de la F1 ha convocado a un reducido grupo de la prensa internacional para mostrar su punto de vista sobre los cambios que vienen. Ahora que los cimientos del negocio se tambalean por la crisis financiera y afloran las dudas de las marcas sobre su continuidad en un campeonato costosísimo, Ferrari intenta marcar el paso. Elevar la voz y ponerse al frente, una vez más, del teatro de carreras y velocidad donde ha cuajado su leyenda. Decir alto y claro que seguirá peleando por títulos mundiales. Quiere despejar cualquier síntoma de debilidad, tras amenazar con su retirada si la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) imponía un motor único a todos los equipos. «La F1 es nuestra sangre», afirma Luca Cordero di Montezemolo, su presidente. Hombre polivalente de poder, figura básica del empresariado italiano.
El paquete de medidas de ahorro anunciado la semana pasada ha sido posible gracias a la unión de las escuderías, convencidas ahora de que la mesura en el gasto es el único camino posible en semejante coyuntura financiera. Se pretende evitar fugas como la de Honda.
Al frente de la reacción está el presidente de Ferrari y presidente también de la FOTA, la asociación que reúne a las escuderías. «La F1 necesitaba cambios urgentes ya para 2009. La marcha de Honda no ha acelerado el proceso, desde septiembre estudiábamos la normativa», explica.
Con la eliminación de los entrenamientos durante la temporada, la limitación de motores o el uso de sistemas estándar de telemetría pretenden reducir el presupuesto de los equipos en los próximos años casi un 50%. «Volveremos a costos de principios de los años 90», según Montezemolo, que también exige firmeza de las marcas ante Bernie Ecclestone, el gestor de la F1. «No necesitamos dictadores. Tiempo atrás fue muy egoísta, pero ahora está haciendo un gran trabajo y ha comprendido que hay que repartir el pastel del negocio con las escuderías».
También el italiano quiere grandes premios más baratos para el público, no le gustan los nuevos circuitos urbanos («Cualquier día nos harán correr por dentro del Coliseo romano o en San Pedro», bromea) y aplaude el sistema de medallas para puntuar a los pilotos –ganará el Mundial quien más oros=victorias sume–, formato que esta pasada temporada hubiera dado el título a Felipe Massa. «La crisis será dramática por el desempleo, pero será positiva en el sentido de que todos daremos dos pasos atrás y se analizarán los errores. Tiene que acabar la especulación pura», opina.
El presidente de Ferrari dejó la dirección de la patronal de su país en mayo, pero en su tarjeta de visita no hay espacio para más. Domina el grupo Fiat, es consejero de administración de cuatro empresas (desde un periódico hasta una firma de electrodomésticos), gestiona ferrocarriles de alta velocidad... pero su pasión es la Ferrari, casa a la que se incorporó en 1973.
«No he podido venir desde Milán en helicóptero por culpa del mal tiempo», se disculpa por el ligero retraso. Locuaz, elegante, 61 años. Ofrece un vino dulce «espléndido», según anuncia. Mira orgulloso por el ventanal hacia las instalaciones de Maranello, «un gran entorno para trabajar». Han plantando en los últimos años más de 100 árboles y los empleados se desplazan en bicicletas (rojas, por supuesto) de un sector a otro. «Invertimos en calidad de trabajo. El patrimonio de Ferrari es nuestra gente», lanza el lema con seriedad. Una factoría de 3.000 empleados, una gran familia que visita tres veces por semana, con un ojo en las dos líneas de montaje de autos de calle y otro en la fabricación de los F1. «En 2008 tendremos los mejores resultados de la historia», anuncia antes de vaticinar un duro 2009, no para los compradores de Ferraris, sino para el resto de los mortales.
El pasado año vendieron 6.464 modelos, cifra similar a la que se alcanzará al cierre de este ejercicio. La lista de espera para la última creación, el California, es larga. No importan los 198.000 euros del capricho. O los 298.000 del 612 Scaglietti, el más caro del catálogo, que también se lo rifan en China, Rusia o Abu Dhabi.
Habla durante una hora y media mientras picotea jamón y queso parmesano. «Imagino sobre qué me vais a preguntar...», dice mirando a la esquina española de la mesa. El nombre no tarda en salir. «¿Alonso, verdad?», se responde solo. «Me cae fenomenal, me gusta este chico, su forma de ser, su estilo... Es un campeón, un líder de equipo, pero por ahora estamos conformes con nuestros dos pilotos, que tienen contrato hasta finales de 2010. No nos siembran dudas», confirma.
Piropos, pero ni una sola rendija donde intuir una posible llegada del piloto asturiano a Ferrari antes de esa fecha. Para entonces, todo es posible. «La vida es larga», dice y para cerrar el tema recuerda cómo otro campeón, Senna, nunca fue a la 'Scuderia'. «Estuvimos cerca de ficharle. Cuatro días antes de morir en Imola, vino a visitarme y me preguntó que cuándo correría para nosotros».
Rápidamente desvía la conversación ensalzando a Felipe Massa y Kimi Raikkonen, sus maneras de ganar y perder. «Lo de Sao Paulo fue increíble. Nunca en la historia un piloto cruzó la meta como campeón y después perdió el título. La reacción de Felipe fue de un gran hombre, demostró deportividad, coraje y valentía. Ese es el estilo de Ferrari», sentencia el encuentro, antes de guiñar un ojo e invitar a los periodistas a que, si les ha gustado algún modelo de la fábrica, no duden en hacer la reserva, sin descuento alguno, claro.
Nick Heidfeld cree que la nueva normativa sobre aerodinámica en la F1 provocará más accidentes debido a los nuevos alerones delanteros de los monoplazas. 
